Ante mi se abren las bóvedas celestes, revelando la fisura sobre el Magno Cosmos. Eres la herida en el dedo de Dios, que tiñe en negro resplandor el acto de creación Incorruptible luz, antorcha ígnea; inmaculado el fuego que brota de tu cáliz.
Pronunciando al unísono: ¡Lucero del Alba! Como en catacumbas en la ausencia de la luz, eres el virus que corroe en mi interior Igual que la Gran Ramera, reposo en tu espalda bebiendo del vino del cual se embriagaron los condenados. Recibe esta negra luz colapsando el orden cósmico con tu inefable presencia.
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