Hay unos trece ángeles demacrados con los ojos blanquecinos, la boca roja, la carne blanca, el rostro hundido, los dientes punzantes y amarillos.
Van tras un despistado que nunca fue advertido de lo que pasa con los caídos que a hierro y fuego fueron mortíferamente heridos.
Él cree que la buena fortuna está de su lado. Si bien una de sus alas está quebrada y tiene abierto el estómago, su daño total no ha servido de ejemplo, pero con su andar en esos bosques espesos y añejos, con la noche que ha vuelto y el frío que abruma, no logra advertir la atroz emboscada.
Este es el canibalismo de los ángeles caídos.
Este es el canibalismo de los ángeles caídos.
¡Ah!
“Este no es elegido para mantenerse erguido”, piensa el profeta. “Su insensatez así lo demuestra Y lo demuestra. Y lo demuestra. Y lo demuestra”...
Por esto se abalanzan sobre él lo que queda de esas monstruosas criaturas celestiales y mientras unos lo sujetan otros lo desgarran con sus uñas afiladas.
Llenan sus bocas con su piel, engullen su carne con sus tendones, venas y sangre. Y cuando todo rastro de vida se extingue y solo queda un esqueleto expuesto en la senda, ellos se alejan.Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.