"Del nicho helado en que los hombres te pusieron Te bajaré a la tierra humilde y soleada
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron Y que hemos de soñar sobre la misma almohada
Te acostaré en la tierra soleada con una Dulcedumbre de madre para el hijo dormido Y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna Al recibir tu cuerpo de niño dolorido
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas ¡Porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna Bajará a disputarme tu puñado de huesos!
Sentirás que a tu lado cavan briosamente Que otra dormida llega a la quieta ciudad Esperaré que me hayan cubierto totalmente... ¡Y después hablaremos por una eternidad!
Sólo entonces sabrás el por qué no madura Para las hondas huesas tu carne todavía Tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir
Malas manos tomaron tu vida desde el día En que, a una señal de astros, dejara su plantel Nevado de azucenas. En gozo florecía Malas manos entraron trágicamente en él...
¡No le puedo gritar, no le puedo seguir! Su barca empuja un negro viento de tempestad Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor" Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa. |
|