Habían, un día, pasado los tordos y los chincoles, las diucas y los zorzales
llevándose en sus gorjeos insaciables la savia prístina y los átomos almibarados de las uvas silvestres.
Una mariposa azul, enana, tenía pintado en sus alas claras, sus alas claras los últimos vestigios de la memoria. Ella sabía, de efímera fuente, que las hojas casi secas de las parras iban a continuar irremediablemente meciéndose en la nostalgia del olvido. Mientras los zarcillos inútiles del destino la despedirían, también, enroscándose encaprichados en la transparencia matriz "ya cuajados de estrellas están nuestros dominios"Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.