Allí ame a una mujer terrible, llorando por el humo siempre eterno de aquella ciudad acorralada por símbolos de invierno. Allí aprendí a quitar con piel el frío y a echar luego mi cuerpo a la llovizna, en manos de la niebla dura y blanca, en calles del enigma.
Eso no está muerto, no me lo mataron, ni con la distancia, ni con el vil soldado.
Hasta allí me siguió, como una sombra, el rostro del que ya no se veía, y en el oído me susurró la muerte que ya aparecería. Allí yo tuve un odio, una vergüenza, niños mendigos de la madrugada, y el deseo de cambiar cada cuerda por un saco de balas.Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.