Arde el fuego, voraz, evaporará un regalo en papel, legado del ayer.
Pira que cuestionó a una religión, esta noche va a arder; la leña acunará a la fe.
Acaricia el calor por retar a un dios, por querer entender lo que otros solo creen.
Llamarada de fe, odio hecho luz, mata el verbo de quien cogió la pluma y no la cruz.
Soy un joven juglar, por unas monedas les voy a relatar cuál fue el final.
El cielo, de dolor, lloró, y ese agua a la mordaza de fuego secó.
Un hombre, ya mayor, perlado de lluvia, al suelo se arrojó; gritó de dolor.
Y cuando él se alzó, mirada perdida, a todos habló aunque no con su voz:
«Si vuestro dios es justo y clemente, ¿qué temor tenéis de dudar? Si os creó y os dio razón, ¿no veis que lo más normal no es creer sino preguntar?
Si mandáis quemar todo aquello que difiere de vuestra fe, este es el mensaje que entiendo, que no podéis razonar, y por ello solo podéis... ¡quemar!».
Tardó poco su honor en ser condenado, pese a ni recordar lo que sucedió.
Su cuerpo ahora es calor en ceniza, y su pecado en humo mudó.
Entonces ocurrió, pudimos oírla, era la misma voz de la otra ocasión:
«Un inocente más, habéis silenciado; ¿cuándo aprenderéis la lección?».
«Si vuestro dios... Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa. |