Día inmenso de dolor, la taberna no se abrió. Todo el pueblo se volcó para despedir a su señor.
En batalla él murió, defendiendo con valor todo aquello en que creyó: sangre, tierra, amigos y honor.
Fría lluvia derramó el cielo, de desolación, y en cenizas él ardió: alma que en humo mudó.
Y entre todo aquel dolor, la voz de su hijo se oyó: “Padre mío, descansad, ¡juro que os voy a vengar!
Y cuando sea mi fin, pues nadie escapa de morir, nos volveremos a encontrar.
Y ahora, padre, dormid, es tiempo ya de partir. Esperadme en la eternidad.
Y cuando sea mi fin, pues nadie escapa de morir, nos volveremos a encontrar.
Y volveré a escuchar vuestra voz al contemplar el cielo fundirse en el mar.
Y reiré otra vez mientras las estrellas ven que nos volvemos a abrazar.
Y ahora, padre, dormid, es tiempo ya de partir. Esperadme en la eternidad…”.Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.