Bajo el yugo del imperio un hombre se alzó por la sangre, que su pueblo, vertió el invasor. Por su palabra fue junto a su credo fuente de inspiración, creció su nombre templado a fuego, valiente corazón.
A los clanes mostró su honor, ignorando el poder, marchaba firme tras su ideal: las cadenas romper
Sus victorias le precedían hasta que la traición clavó en su espalda su cobardía, presa de la ambición. Entregado al fin, fue condenado, su sentencia aceptó. Ni la tortura, ni la injusticia quebraron su valor.
Con el ultimo aliento dio, a un agónico rey, su eterno grito de libertad, sin suplicar ni ceder.Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.