Nos hemos hecho mayores sin darnos cuenta; como si nos hubiéramos acostado una noche y a la mañana siguiente, al abrir los ojos, hubieran pasado diez o quince años.
Nos hemos hecho mayores corriendo delante de los grises, corriendo para no llegar tarde a una cita, a un concierto de rock, para no perder el autobús, para que no nos revolcara la última hora. Nos hemos hecho mayores pintando las paredes, soñando paraísos, construyendo esos castillos en el aire que llaman utopías.
Nos hemos hecho mayores de golpe y porrazo. A golpes y a porrazos. Equivocándonos, descubriéndolo todo bajo una capa negra de oscurantismo y prohibiciones. Desinfectando la palabra amor, descubriendo el amor, descubriendo el sabor de la libertad y el sabor de la vida. Nos hemos hecho mayores jugando a ser diferentes, jugando a ser hippies, a ser beatniks, a ser revolucionarios, hablando de cambiar el mundo.
Recorriendo los caminos con una mochila en la espalda. Liando, liando algún canutillo, bebiendo como cosacos, apurando hasta la última copa la madrugada. Nos hemos hecho mayores, pues viéndole el culo a Marlon Brando y a María Scheneider y El Último Tango.
Y hablando de política, y creyéndonos promesas que al parecer sólo eran promesas. Ilusionándonos con sueños que al parecer sólo eran sueños. Fingiendo realidades que ahora se estrellan contra la dura realidad.
Nos hemos hecho mayores y ahora, pues se nos exige que nos comportemos como mayores, que renunciemos a los viejos sueños, que enterremos las utopías, que pactemos con el diablo si es preciso que aceptemos las cosas como son y han sido siempre, y que no queremos cambiar.
Sin darnos cuenta, nos hemos pasado al enemigo. Ahora los jóvenes, los dueños de la vida y de las calles son los otros, los indignados.
Nos hemos hecho mayores y yo (al menos) me pregunto si merecía la pena correr tanto para llegar a esto.
¡A ver si me comprende!Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.