¡Esta noche vengo caliente! No sé, me ahoga la rutina. No la soporto. Huyo como de la peste de todo lo que me la recuerda: los días iguales, los programas reiterativos, los presentadores que hacen y dicen lo mismo semana tras semana, años tras años,…los buenos deseos de navidad cada navidad, el obligado bronceado de cada verano, el trabajo sin alma, el amor sin amor y sin deseo…
¡No aguanto la rutina!
La sensación de lo ya visto,…de lo ya oído mil veces, de lo ya hecho y vuelto a hacer hasta la saciedad. ¡Compañeros, necesito pasión! Pasión para sentirme vivo, para que todo me parezca nuevo, para que todo me sepa de otro modo, para olvidarme de que ya…ya me sé…lo que me sé…y entregarme sin miedo y sin memoria.
¡Necesito la pasión!
La historia del mundo es la historia de una pasión. Necesito la pasión porque no soporto la rutina. ¡Eso es lo que hay!,…discúlpame,…pero hoy, estoy “chungo”.
En el siglo XIV, Juan de Aviñón, médico del arzobispo Don Pedro Barroso, hablaba ya de las excelencias de dormir acompañado. Entre los muchos provechos que reporta la gimnasia sexual, el inteligente médico arzobispal destacaba que el dormir con la mujer sirve para conservar la salud, para aliviar el cuerpo y para alegrarlo; para curar la melancolía, para aliviar el dolor de riñones y de los lomos, para sanar de las dolencias flemáticas, para abrir ganas de comer y para agudizar la vista. Para todo eso es bueno dormir acompañado.
Lo que no sé es si le recomendaba tan saludable terapia al arzobispo cuando estaba “pachucho” o melancólico. En cualquier caso, tú hazle caso al doctor: si has perdido el apetito o comienza a fallarte la vista, si te duelen los riñones o los lomos, si tienes dolencias flemáticas…
¡Nada de medicinas!, …métete en la cama…y ya sabes…¡a por todas!Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.