Una de las definiciones del amor menos románticas que conozco, pero quizá la más verdadera, es la de Bernard Shaw cuando dice que “el amor es una tremenda exageración de la diferencia que existe entre una persona y todas las demás”.
No se puede expresar con más justeza la esencia de ese fantástico sentimiento que nos nubla la vista y los sentidos hasta el punto de hacernos creer que la persona amada posee cualidades extraordinarias que la distinguen de las demás personas, como si fuera casi divina.
El inevitable fracaso del amor radica en que es un espejismo, y como todos los espejismos acaba por desvanecerse. Un día descubrimos que aquella persona que creíamos especial, distinta a todas, es como todas, que no hay apenas diferencia entre ella y las otras.
El hechizo del amor desaparece con la convivencia, dejándonos frente a un ser que se va desinflando poco a poco. Porque era mentira esa tremenda exageración de la diferencia que existía entre él y todos los demás.
Todos somos aproximadamente iguales. Todos estamos llenos de egoísmo, de prejuicios, de contradicciones, de celos, de temores. Todos queremos dominar, imponer nuestros criterios, marcar las reglas del juego.
Y eso se descubre siempre después cuando, cuando ya es tarde, cuando la fantasía del amor choca contra la cruda realidad, y nos encontramos de pronto ante un extraño, cuando no durmiendo con nuestro enemigo o nuestra enemiga.Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.