Los desiertos cruzaba, con rumbo al río Negro. Neuquén, y más allá, de Comodoro y de Gallegos. Cuando trajo malambo, en remolino, el viento. Sangre hecha polvo por el tiempo. A la cual dí estos trazos, con pretensión de versos, que a la guitarra yo entregué. Mandinga muy bien sabe, me amparo en sus recuerdos. Juzgando responsables del ultraje y del degüello. Al Remington y al sable, a la oficial historia, y a quien decreta la memoria. A esas legiones agrias, de cruces y de hogueras, nombrando a un Cristo de Israel. Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa. |