He cerrado los ojos con respeto majestuoso, y he inclinado la cabeza en señal de infinita comunión. Mis rodillas tocan el suelo quebradas... Mis rodillas sangran al pasar sobre los vidrios rotos que se esparcen ante mis dudas... Contempla el doblegador peso de mi espíritu. La corona de mi interior exige pleitesía. ¿Es mi actitud genuflexa una humillante muestra de sumisión o la más grande prueba de respeto? Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa. |