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Linaje absolutista desata la hecatombe,
desollados trozos de carne rodean las plazas de
pacíficos lugares que no conocían la maldad.

Viudas esperaban la hoz en su cuello,
junto al frívolo y desesperante viento
lleno de desasosiego.

La nueva inquisición comienza
llena de monstruosidades y aberraciones
que adquieren forma humana.

Niños lloran desconsolados,
su inocencia se había acabado,
sintiendo en su carne la crueldad
que pocos conocen.

A su izquierda y derecha buscaban respuestas
pero observaban lo mismo,
risas tétricas, sangre,
codicia e impunidad.

Miraban el radiante sol buscando una señal,
adornado por un profundo cielo azul
que cegaba fugazmente su vista
para disipar el dolor y así tolerar
ver la sangre de muchos
caer y empapar la tierra,
hasta fallecer.

Porque su vida se termina en esta aberración
plagada de falacias y una gran contradicción,
de apátridas llenos de la avaricia y corrupción,
cuyos ríos de sangre manchan las historias de dolor.

Pero por más cabezas que corten una más resurgirá,
porque donde la convicción prevalece las amas decaerán.

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