Como el clavel del aire, así era ella, igual que la flor prendida en mi corazón. ¡Oh, cuánto lloré porque me dejó! Como el clavel del aire, así era ella, igual que la flor.
En esta región, igual que un ombú solito y sin flor, así era yo; y presa del dolor los años viví, igual que un ombú en esta región.
Y mi ramazón secándose iba, cuando ella una tarde mi sombra buscó. Un ave cantó en mi ramazón, y el árbol sin flores tuvo su flor.
Mas un feliz viajero —viajero maldito— el pago cruzó; en brazos de él se me fue y yo me quedé de nuevo sin flor. El que cruzó fue el viento, el viento pampero que se la llevó.
(Se repite desde el principio)
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