¿Estarán prisioneros en una reserva marginal
o aprendiendo en una escuela una historia que no es real
en el leguaje hipócrita -y ahora “multicultural”-
de quien nos niega la tierra y nuestra identidad?

¿Serán presa de la miseria o el maltrato patronal
la mano de obra barata que atrae la “inversión”
en villas de emergencia que dibujan la ciudad
donde la noche llega sin un pedazo de pan?

¿O cabalgaran por los campos del llano rural
haciendo alguna changa en lo que ayer fue su tierra
que cubierta de alambres parece esperar
una reforma agraria que la entregue y no promesas?

¿Dónde estarán, mis hijos hoy, donde estarán?
¿Dónde estará mi gente hoy, donde estarán?

¿Yacerán bajo la cruz que prometió la eternidad
con una espada manchada en sangre como declaración
de una guerra de rapiña y siglos de humillación
en el mercado de los brazos o de la redención?

¿O levantarán sus demandas una vez más
sin tomar el dogma de los modernos misioneros
que desde lo más alto bajan a predicar
resignar la lucha al formal reconocimiento?

¿Dónde estarán, mis hijos hoy, donde estarán?
¿Dónde estará mi gente hoy, donde estarán?

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