Había una vez un simio ladrón que hasta el odio del niño logró. Aspiró, succionó y es el día de hoy que sigue viviendo por vos.
Mató la fe de todo un pueblo, fue vendiendo hasta su sucesión. Liquidó, fraccionó y hoy no queda nada de lo que fue nuestro.
Privatización de la vida, petróleos en venta de garaje.
Intentó construirse su Eva para volver la mano en su lata echar.
Cara de piedra, venas de hielo, cordón de acero de yugular. Canilla libre del uno a uno, amnesia fiscal temporal y está soñando con volver, ¡jua jua!
Hoy su capicúa apellido figura primero en la lista de abominables seres del terror.
Todavía hay gran parte del pueblo que por boludo nunca aprendió que no es ignorante sólo el que no sabe, también es aquél que cree que lo sabe todo.
Si sos parte de la gilada que casi le dio oportunidad, por tus hijos, a pensar; que un asesino no puede dejar de matar.
“Para que ese ser de capicúa apellido nunca vuelva a ser dueño del futuro de los argentinos, por más que algunos descerebrados faltos de conciencia aún sigan augurando el regreso de una de las etapas más terribles de la historia de nuestro país”Teksty umieszczone na naszej stronie są własnością wytwórni, wykonawców, osób mających do nich prawa.