En la Capital, lo hallé en un mercado, con su mecapal, descargando un carro; le dije: -Padrino, lo andaba buscando; se echó un trago'e vino, y se quedó pensando.
Me dijo: -Un favor vu'a pedirle ahijado, que a nadie le cuente que me ha encontrado; si al fin ya no quero volver p'allá, si yo ya no tengo ni ande llegar
Murió su madrina, la Trinidad, los hijos crecieron, adónde están; perdí la cosecha, quemé el jacal, sin lo que más quero nada es igual.
Sin lo que más quero qué más me da, cobija y sombrero serán mi hogar. Por eso, mi ahijado, regrese en paz, y a nadie le cuente que estoy acá.
Quedamos de acuerdo... lo dejé tomando… yo encendí un recuerdo… y me lo fui fumando...
Me pareció verlo en su verde monte, sonriéndole al viento y al horizonte, haciendo una mueca pa' ver pasar la mancha de garzas rumbo al palmar.
Jacinto Cenobio, Jacinto Adán, si en tu paraíso sólo había paz, yo no sé qué culpa querés pagar aquí en el infierno de la ciudad.
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